Para comenzar a explicar el proyecto, nos vamos a trasladar a S. Javier, municipio situado en la zona norte del Mar Menor, donde se encuentra ubicada la antigua Residencia de la Telefónica. El conjunto arquitectónico cuenta ya con casi 50 años de vida, desde que comenzó a construirlo la orden religiosa de las Hermanas Franciscanas de la Purísima Concepción en unos terrenos que fueron donados por María Díaz.
Dicha orden religiosa surgió para atender a las niñas que habían quedado huérfanas a causa de la inundación de Murcia por el Río Segura (Riada de Santa Teresa) en octubre de 1.879. Debido a la disminución de las vocaciones y a la falta de recursos económicos, la construcción del centro quedó parada durante 9 años y ello propició la venta a la institución social de la Telefónica para transformarlo en una residencia para sus jubilados.
Sor Carmen y Sor Micaela, actuales Hermanas Franciscanas de la Residencia de ancianos de San José, junto al edificio de la Telefónica, me cuentan que personas que disfrutaron sus vacaciones en la antigua residencia hoy se alojan en dicha residencia de ancianos. Actualmente viven con mucho temor por los incendios y las peleas que se producen de forma habitual en el edificio abandonado. "Cuando se fue a pique la Residencia de la Telefónica, sus trabajadores fueron trasladados a Granada. Antes había un guarda que vigilaba la zona, pero desde hace unos años se encuentra muy abandonada", cuenta Sor Carmen.
Gracias a ellas conozco a Rosario, "Charito", que tiene casi 90 años y era telefonista en Madrid. Para ella la Residencia era como un hotel de cinco estrellas, tenía muchos servicios, ¡incluso piscina!. Dice que el director de la Residencia se alojaba junto a su familia en una vivienda de una planta que se comunicaba con el resto del conjunto y que solía compartir con invitados. En la torre había unos sillones donde la gente subía a coser o a leer, y donde había unas vistas estupendas hacia el mar, a pesar de la distancia.
De 1.976 data el proyecto de rehabilitación de dicho edificio, es del arquitecto D. Jaime López-Amor. Y en 1.977 lo llevaría a cabo un constructor de la zona, Antonio González, quien curiosamente estuvo secuestrado unos días por una organización terrorista. Era una época de profundas reformas, Adolfo Suárez estaba al mando, la Transición había comenzado.
El diseño interior de la Residencia de la Telefónica fue puntero para la época, con elementos innovadores (como las duchas de poliéster realizadas por constructores de barcos de la zona); elementos de diseño (como la fuente del sonido para romper el silencio del patio interior, realizada por Carlos Marina, que era también como un pequeño guiño a la importancia del agua en esta tierra árida); elementos modernos y que podrían ser actuales (tales como vidrios al aire y mobiliario minimalista); elementos cálidos (como la utilización de la madera para los techos y para conformar los distintos ambientes de las habitaciones comunes, como el bar, la biblioteca, el salón de actos...). Una peculiaridad de dicha residencia es que al huésped se le hacía sentir como en casa, individualizando al máximo las habitaciones. Todas tenían una jardinera en la terraza, para que pudiesen cuidar sus propias flores, se les dejaban traer objetos personales, como lámparas, etc. Existía una intención clara de introducir la naturaleza en las habitaciones, tanto con las vistas (hacia los jardines exteriores e interior) como con los tapices florales con los que se tapizaban paredes y mobiliario. Las puertas de cada planta eran de un color para que las personas mayores se orientasen mejor.
Por aquella época, las telefonistas y los demás trabajadores de Telefónica cotizaban a una institución llamada ITP (Institución de Telefónica de Previsión), la cual construía este tipo de residencias por toda España. Pero de la noche a la mañana la ITP, que nació en 1.944, se disuelve en 1.992, es el llamado "Desastre de la ITP", y la Seguridad Social se encargaría entonces de pagar las pensiones de estos trabajadores jubilados. Poco después, la Residencia dejaría de funcionar.
El estado actual del edificio es lamentable, de hecho se corren voces de que el propietario actual quiera dejarlo echar a perder para demolerlo y construir una gran urbanización en su lugar; pero a aquellos que han jugado desde pequeños entre sus muros misteriosos y aquellos que lo han conocido en su época de esplendor, les gustaría que fuese recuperado, pues consideran que ya forma parte de la historia de S. Javier.
El edificio se configura en torno a un patio, alrededor del cual circula un claustro acristalado, al que se le daba un doble uso: paso más zona de estar, de espera, de desayunos...
En planta baja se situaba el acceso y todas las dependencias comunes: recepción, zona de espera, dirección, asistente social, secretaría y administración. A la derecha: el bar, salas de juego, de estar y de televisión. A la izquierda, el salón comedor y la vivienda del director del centro e invitados. Y al fondo: el despacho médico, la capilla, el salón de actos, la sala de juntas y la biblioteca. El resto, para servicios e instalaciones.
En las plantas primera y segunda se situaban todas las habitaciones, 46 individuales y 19 dobles. En total, tenía capacidad para 84 personas.
En la quinta planta estaba el mirador de la torre, probablemente un espacio reservado en su origen como campanario.
La oportunidad de recuperación de este lugar la encontramos en la Universidad del Deporte y la problemática con la que cuentan sus estudiantes: el alojamiento. Actualmente, tienen que alojarse en pisos o viviendas de alquiler que no reúnen los requisitos de vivienda estudiantil (a menudo, viviendas turísticas o de veraneo que quedan vacías en el invierno cerca de la playa) y alejada de los principales servicios, como el Pabellón Polideportivo, que es donde realizan la mayoría de las clases prácticas.
La antigua Residencia de la Telefónica con su posición estratégica, a tan sólo medio kilómetro del Pabellón Polideportivo y del núcleo urbano, con mejores servicios y conexiones, se convierte en el lugar idóneo para tal fin.
Lo que se pretende es: por un lado, resolver esta problemática de alojamiento por parte de los estudiantes de la Universidad del Deporte; y por otro, completar los equipamientos de la ciudad, que serán compartidos por la comunidad estudiantil; reactivando y renovando el lugar, haciendo desaparecer el miedo sufrido por los vecinos de la zona, así como por los ancianos de la Residencia de San José.
Y todo esto se resuelve mediante la creación de un híbrido residencial-dotacional urbano, con alojamientos privados y servicios públicos compartidos a nivel urbano. Los alojamientos, en este desarrollo de carácter mixto garantizarán una intensidad funcional continua y serán el motor de financiación de los equipamientos dotacionales.
Se reinterpretará el territorio existente introduciendo ideas sostenibles y medioambientales. Se pretende generar un parque urbano geotérmico, en el que se producirá un intercambio de energía entre el edificio y la tierra mediante geotermia superficial (reduciendo los consumos energéticos del conjunto) y un desgaste energético por parte del usuario (organizando recorridos y zonas donde se practiquen deportes). Será un espacio que conectará con la red de vías verdes, promoviendo una forma de vida saludable. También aparecerá una zona de restaurante y cultivos ecológicos, que será compartida con la ciudad.
Será necesario respetar el valor histórico y singular del conjunto existente y espacio que lo componen, con el fin de no alterar la naturaleza del mismo y adaptándolo a las necesidades del uso actual.
El salón de actos desaparecerá y en su lugar aparecerá una sala multiforma, que servirá de espacio polivalente ligado a la ciudad, y que se introducirá en el cuerpo de la residencia, creando una conexión más directa entre esta sala, la residencia y el parque geotérmico.
La vivienda del director, por ser el lugar más tranquilo, entre la residencia de ancianos y la nueva residencia juvenil, se convertirá en una pastilla que albergará los usos más silenciosos, tales como biblioteca, zona de estudio, etc.
Se producirá una conexión tierra, aire y mar, transformando la torre-mirador y potenciando las cubiertas como lugares habitables y de reflexión. Desde pequeños, siempre nos ha fascinado ver entrenar a la Patrulla Águila en los días despejados, sobre el mar, un auténtico espectáculo.
La madera, como material ecológico renovable, volverá a jugar un papel importante en cuanto al diseño de los espacios interiores. El color será un elemento clave, en contraste con el volumen blanco del edificio existente. La naturaleza floral que antes se introducía dentro del edificio, saldrá también al exterior de una manera diferente, creando cubiertas ajardinadas, que podrían variar de color según las estaciones y que harían que el conjunto fuese identificado desde el aire.
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